“Ahora los va a votar su puñetera madre”

Litle India, Singapur, 27 de abril de 2016

El avión tuvo que describir algunos bucles entre la nieve de los enormes cúmulos, gigantes y hermosos como grandes señores de los cielos, antes de que recibiéramos permiso para aterrizar en el aeropuerto de Singapur. Nos hospedamos en Little India, así que a la tarde nos dimos un paseo por las concurridas calles del barrio. Entramos en un par de templos hindúes. En el último hicimos algunas fotos. Como siempre un mirar algo atónito por lo que allí se veía en pleno siglo XXI. No voy a ser capaz en todos los años de mi vida de comprender mínimamente esta religión de personajes estrambóticos y ritos que se me escapan, pese a llevar ya a mis espaldas bastantes lecturas sobre hinduismo.
Estrenamos también nuevos sabores y olores que me remitían a otros viajes. Naturalmente todo olía y sabía a India, flores, sabores y olores que alertan los sentidos para decirnos que estamos en el espacio mágico de una cultura milenaria que acaso nunca encuentre explicación en el racionalismo occidental, incluso Singapur, una de las ciudades más modernas y significativas del mundo.
Por la noche, ya en la cama y con un ruido de la calle entrando por la ventana similar a una ciudad del Mediterráneo donde la gente es reticente a marcharse a la cama pronto, eché una ojeada al Facebook y, nada más aparecer la primera pantalla me encontré con una entrada (aviso que podría ser ficticia, por aquello de que nadie se dé por aludido, pero que es un tipo de argumento que aparece con bastante frecuencia en las redes y que me apetece comentar por su actualidad) de la que voy a hacer uso esta primera noche de calor en Singapur para acompañar mi falta de sueño. Alguien que decía estar muy muy cabreado porque Podemos, escribía, no había aceptado un pacto con el PSOE y Ciudadanos. Además, X remachaba el asunto espetando a los podemitas con un “¿quién se han creído que son?, y, destemplado, terminaba su comentario: “ahora los va a votar su puñetera madre”. Naturalmente, como hablar mal de todo el mundo a muchos se les da como hongos, enseguida a pie de su entrada allí había otro que aplaudía con estas palabras: Muy bien dicho, son los verdaderos culpables (Podemos, naturalmente, lo dice toda la prensa amarilla, la derecha más rancia y todos aquellos que añoran las pasadas glorias del país, así que será verdad). Me asombra, de verdad que asombra la superficialidad con que algunos argumentan y pontifican estos días sobre lo que debe o no debe hacer Podemos. Dicho más modestamente, que me extraña la seguridad con que algunos usuarios de las redes sociales se mueven en la realidad política. Creo que hay que decir que leer, leer, se lee muy poco, creo yo, que mayormente lo que se hace es repetir lo que ha dicho éste o el otro, así que si uno lee en las redes que Podemos tiene cuernos y rabo y que todos son muy malos y muy interesados, se da media vuelta, agarra el teléfono y a actuar de eco se ha dicho. Pero si además de leer poco o nada te encuentras con gente cuyo entretenimiento es andar de un lado para otro anatemizando con el hisopo a podemitas y gente de semejante ralea, pues hombre, qué podemos decir, por lo menos que invitemos a leer un poco y después sugiramos antes de decir esta boca es mía que pasemos adecuadamente por el tamiz de la razón las palabras.

Cuando me encuentro con un artículo de Viçens Navarro siempre pienso en estas cosas, artículos larguísimos y documentados, Navarro pareciera que tuviera todo el tiempo del mundo para no dejar cabo suelto en sus argumentaciones, aunque ello le lleve folios y más folios. Pienso en ello porque estoy casi completamente seguro de que muy pocos de los que hacen este tipo de comentarios leen más allá de los titulares y menos, claro, artículos un poco consistentes que den cabida a argumentos consistentes. Un tiempo en que sería tan necesario contrastar argumentos, interpretar, juzgar… se convierte, creo yo, en un tiempo fatuo debido a una razón simple: pereza, esa pereza que es más fuerte que la vida en ocasiones, pereza de pensar, pereza de intentar comprender la realidad… demasiado trabajo.

Lo que leí de X me pareció del todo incoherente y producto de un precipitado juicio, así que me lo tomé a broma, qué enfadado estaba. Enfadado y defraudado, contestaba él. Pienso que el negocio de la política lo resolvemos los ciudadanos votando, pero... sólo en teoría, ya que el noventa por ciento de los medios, en manos del Ibex35, de los cebrianes, de los pantuflos, se encargan con tanto ahínco de lavar el cerebro a buen número de votantes que al final logran dar la vuelta a la realidad consiguiendo que el treinta por ciento de la población siga votando a aquellos precisamente que los oprimen y se aprovechan de ellos sistemáticamente. ¿Cómo? En este momento intentando borrar del mapa a cualquiera que lleve en su programa luchar contra los intereses de la "selecta minoría" de siempre; vamos, preparando el terreno para que las urnas sigan cantando a su favor el número de la lotería. Si junto a ello nos encontramos a un PSOE (partido socialista donde los haya) que con 90 diputados quiere gobernar en solitario, negando la proporcionalidad de los votos obtenidos y, además de entrada acepte el veto de Ciudadanos para que Podemos entre en el gobierno, ya tenemos la fiesta montada. Pero si no se forma gobierno naturalmente la culpa la tiene Podemos. ¿Cómo algo tan de cajón puede ser tan difícil de entender por el tipo de comentaristas a que me refiero? Si Podemos aceptara eso sería como hacer de puta y además poner la cama. De qué va esta gente, decía el otro día, con razón, Mónica Oltra cuando les pedían el voto para hacer con él lo que le viniera en gana al PSOE. 
Es decir, hay que seguir votando a Podemos o a IU, le diría a X, no hay otra si queremos que en este país haya un poco de justicia. Y, por supuesto mucho mejor votar a la imprescindible y tan esperada convergencia de Podemos e IU. Hay quien desde el cómodo sillón de su casa con el teléfono en las manos vive unas prisas exageradas. Este país lleno de chorizos y mangantes ejerciendo de sanguijuelas durante décadas no se cambia en dos días. Podemos se creó en el 2014. Jamás en la historia de España un partido ha sido vilipendiado y atacado de manera tan brutal por todos los medios significativos en ningún sitio, ni tampoco ningún partido con dos años de vida consiguió los votos que ha conseguido Podemos, pese a viento y marea, pese a las sistemáticas infamias. Dos años solamente. Yo desde el otro lado del mundo veo las cosas de mi país con esperanza y buen rumbo, el equilibrio de fuerzas se va desplazando poco a poco hacia la izquierda. No hay que perder el sentido de la realidad, esa realidad de dónde venimos: mafias, Gunters, chorizos, todo ese largo etcétera. Es necesario hacer lo que sea para echar a esa basura del poder.
En cuanto a los agoreros haylos y los habrá siempre, forman parte de la calderilla del sistema, ellos jamás van a aportar nada provechoso al bien común, su trabajo es sembrar la confusión, tratar de levantar polvo y hacerse notar, sólo eso, los hay a montones en las redes sociales y, por supuesto, en La Razón, El Mundo, en Prisa, en en en… ¡qué trabajo queda por hacer! La facilidad con la que algunos arreglan el mundo desde un teléfono o un pc es asombrosa, la facilidad con que algunos dogmatizan y reparten premios y castigos a los personajes de la política o a sus formaciones es digna de risa.

Me parece que hay cosas que son significativas dentro del ámbito de la situación política actual y que acaso no se tienen en cuenta suficientemente. Me refiero a ese gran número de personas que, entendiendo que España necesita un cambio profundo, pero viviendo sin embargo la política desde un plano tan falto del mínimo ejercicio del uso de una argumentación seria y fundamentada, se equivocan al hacer juicios precipitados; me parece que a todas ellas les será muy difícil llegar a ejercer un voto responsable en estas condiciones. Nos falta una cultura democrática, un uso responsable de la palabra y nos sobra probablemente un deseo inmoderado de llamar la atención y de hacernos un hueco fácil entre los oídos de unos pocos cuyo oficio es ejercer sistemáticamente de clap porque no saben hacer otra cosa.

“A distinguir me paro las voces de los ecos”, canta el maestro Machado.

La noche se ha apaciguado sobre las calles de Little India y ahora sólo el rumor de voces de algunos viandantes flota todavía en el calor húmedo de la noche. Es hora de dormir.