Nicosia, Chipre, 19 de julio de 2015
El muro encalado de la terraza se tiñe a esta hora del ámbar que suele vestir el interior de mi cabaña en El Chorrillo, unas pinceladas intensas que casi giran hacia el bermellón en las cálidas tardes del verano cuando la temperatura se templa y me invita a dejar los libros que me han acompañado desde la siesta y que empezaban a pesar sobre mis ojos para pedirme un descanso e invitarme a alzar las persianas de poniente para recrear el crepúsculo en lo que es de hecho mi hogar, esos diez metros cuadrados en los que transcurre mi vida cuando no ando por ahí pateando el mundo. Es la hora en que como si estuviera en el interior de una mezquita, el espíritu se dispone a las plegarias empujado por el ánimo que el final del día, cálido en extremo hasta esa hora, invita a dejarse acariciar por la suavidad de la temperatura que la brisa trae hasta las ramas del álamo o la acacia que como dos soldados montan guardia frente a mi cabaña.
Poco a poco me veo entrando en la realidad de este país que es también el mundo de Bizancio, Turquía, Grecia, la iglesia Ortodoxa. Ayer visitamos el Cultural Centre Byzantine museum que alberga una importante colección de iconos y frescos. Somos conscientes de que tenemos que habituar nuestros ojos a una pintura que por estar lejana a nuestro ámbito cultural cuesta disfrutar quizás adecuadamente. Nuestros referentes invitan de continuo a considerar las manifestaciones artísticas de otras culturas en relación a la nuestra propia; una mala costumbre de la que es difícil salir si no acometemos la tarea de indagar por las raíces y el contexto en que se han producido estas obras de arte. Es el caso del arte Bizantino que tendemos a subvalorar en favor de la cultura clásica griega. Los mil años que duró el Imperio Romano de Oriente tras la caída del Imperio Romano son malamente considerados en los estudios universitarios, al menos en la historia que yo tuve que estudiar; de ahí la dificultad de entrar en contacto con una pintura aparentemente igual, posturas, gestos, casi siempre la reproducción sistemática de modelos preestablecidos. Sin embargo esa mañana fue diferente, los poros de mi atención estan muy abiertos y resultó una visita cuanto menos deliciosa. Sería demasiado prolijo referirme aquí a cuadros en concreto pero puedo destacar que esa aparente igualdad que veía antes en vírgenes y santos desapareció para disfrutar de los detalles, la fuerza de algunos gestos, las diabluras de algunos pintores que con un espíritu a la manera de El Bosco burlaban la rigidez del canon para recrearse en sustanciosos detalles en los márgenes de los cuadros; la riqueza cromática, el sabor de un arte nuevo; esa era la sensación, a veces sorprendida por la ingenuidad de un San Jorge y su dragón, otras por un león que parecía haber sido un antecesor de la obra pictórica de Rousseau o, allá en un rincón de la sala, un delicioso fresco con la virgen y dos Ángeles adaptados a la concavidad de un altarcico que pudiera haber servido de evocación a Fray Ángelico. En una sala grande se exhibían los restos de un enorme fresco que durante la ocupación turca los vándalos arrancaron de las paredes y que más tarde fue recuperado por la policía alemana.
En cuanto a la alegría de vivir no hay diferencia con el arte románico de nuestras iglesias. Una tristeza congénita atraviesa todos los lienzos, rostros compungidos, llorosos, adustos, como si la vida fuera ese valle de lágrimas que inventaron los cristianos a falta de trabajar por realizar una vida amable y llevadera mientras estamos vivos. Esa manía de querer aplazar para después de la muerte la felicidad...
A la mañana siguiente nuestro destino fueron las callejas de Nicosia Norte, la parte de la ciudad ocupada por los turcos. Desde entonces Chipre quedó dividida en dos, la República Turca del Norte de Chipre y la República de Chipre, aquella de población turco-chipriota y la última de origen griego. Fue un paseo decepcionante, salvo la parte cercana al paso aduanero y alguna que otra calle principal la ciudad aparecía en un abandono total, como si ésta hubiera sido víctima de una guerra y nadie se hubiera ocupado en reconstruirlo. Entre las ruinas de muchos edificios aparecían pequeños talleres acaso creados siglos atrás, todos envueltos en el mayor desorden. La desidia parecía haberse apoderado de la ciudad. El centro neurálgico, la plaza de Ataturk, vestía otro ropaje más moderno.
El calor excusó que acortáramos nuestra gira por la ciudad. Era domingo y algo que siempre es atractivo, las calles del mercado, guardaban el descanso dominical. Nos conformamos con visitar la mezquita de Haydarpasha, una enorme iglesia gótica que los turcos transformaron a mayor gloria de Alá en lugar para sus oraciones.
Consumo los últimos días en Chipre con la lectura de Limones amargos, de Durrell, los últimos capítulos dedicados a la Enosis, una palabra que se refiere al deseo de los grecochipriotas de anexionarse a Grecia. Pego aquí para los curiosos en cuestiones históricas un pequeño resumen de la Wikipedia en relación a la historia reciente de Chipre:
"En 1931 comienzan las primeras revueltas a favor de la enosis (unión de Chipre con Grecia). Tras el fin de laSegunda Guerra Mundial, los grecochipriotas aumentan la presión por el fin del dominio británico. El Arzobispo Makarios lidera la campaña por la enosis y es deportado tras una serie de atentados en la isla.
En 1960, Turquía, Grecia y el Reino Unido —junto a las comunidades turcochipriota y grecochipriota— firman un tratado que declara la independencia de la isla y la posesión británica de las bases de Acrotiri y Dhekelia. Makarios asume la presidencia. La constitución indica que los turcochipriotas estarán a cargo de la vicepresidencia y tendrán poder de veto. Esa peculiar constitución que le fue impuesta dificultó el funcionamiento de Estado y las relaciones entre greco y turcochipriotas se hicieron tensas, desembocando en las explosiones de violencia intercomunitaria de 1963 y 1967.
El 15 de julio de 1974, un golpe «pro-griego», apoyado por la dictadura griega de los coroneles, depuso al gobierno legítimo, lo que provocó la reacción de Turquía, quien invadió y ocupó militarmente el tercio norte de la isla con 30.000 soldados,[8] incumpliendo ambas partes la legalidad internacional. Éste es el origen de la República Turca del Norte de Chipre, un estado de factoque solo es reconocido por Turquía y laOrganización de la Conferencia Islámica."
Iba a escribir para finalizar lo divertido que resulta ver a las jaurías del PP y a sus mamporreros pululando como buitres ante cada iniciativa de Manuela Carmena, pero no merece la pena gastar tiempo en ello. La peste de la ponzoñosa derecha que nos ha tocado vivir, algunos se comportan como colegiales de seis o siete años, así usa sus lindos cerebros, son absolutamente incapaces de asumir que no pueden seguir mangoneando el país por los siglos de los siglos. La respuesta a estos comportamientos debería ser una rotunda carcajada. No pueden soportar que la dignidad y la decencia florezcan allá donde ellos todo lo han llenado de excrementos.
Imágenes:
Las cuatro primeras fotografías pertenecen la museo Etnológico de Nicosia.