Pasear por el tiempo


Cagliari, Cerdeña, 16 de junio

"El mundo  es siempre el mismo, lo que cambia es la manera de contemplarlo". Probablemente, y por eso buscamos momentos privilegiados para contemplar el mar o las estrellas, para ver de otra manera  el mundo; la hora mágica del alba, los privilegios de los días de luna para mirar las graciosas curvas del Taj Majal; por ello nuestra infancia es siempre el momento de la felicidad y la libertad.

Empleamos la mañana en pasear por el tiempo. En el museo arqueológico la línea de tiempo comenzaba con la cultura nuraga, allá por la edad de Bronce, y recorría los siglos una vitrina tras otra hasta llegar al tiempo de los romanos.

El tiempo también transcurría por la vecina pinacoteca, pero ahora era un tiempo triste lleno de sufrimiento y rechinar de dientes. En la Tierra había nacido una nueva religión cuyo maníaco Dios había enviado a su hijo al Mundo con la disculpa de redimir a éste de un llamado pecado original que justificase por parte de ese Dios el desmesurado deseo ser amado "por encima de todas las cosas". Un analista moderno habría diagnosticado a este Dios un enfermizo delirio de grandeza, pero todavía estábamos muy lejos de los trabajos de investigación de Freud. Fue este Dios diseñado especialmente por San Pablo el que cubrió de tristeza y dolor las riberas del Mediterráneo. El museo de esta mañana daba cuenta de ello. El oscuro mundo del Medioevo, adobado de divinidad, venganzas, muertes en la hoguera, siempre todo ello bajo la batuta de esa triste institución que es la Iglesia Católica, aparece en las breves salas del museo sin la gracia que les otorga la mano de los grandes artistas; melifluas vírgenes, toscos sanjuanes, cristos desgarrados por el peso de su propio cuerpo colgando del leño de la cruz. ¡Triste aspecto el de la gente de esta época!

En la hora de la siesta sigo el rumbo en la novela de esos protagonistas que semanas atrás habían tenido una hija. Están aburridos, eligen sin embargo para aquella noche una de esas películas con que dar un ligero barniz de cultura a sus vidas: Starke, de Tarkovsky. Él había intentado verla en tres ocasiones, pero en todas ellas no había sido capaz de pasar de las primeras escenas. Comienza la película y a los pocos segundos ella le pregunta:
-¿Te importa si me duermo dentro de un rato?
-Claro que no -dice, rodeándola con un brazo.
Éste mira transcurrir unos segundos la cinta. Linda le pone una mano en el pecho. Él la besa y ella cierra los ojos... Él le besa el vientre, los muslos...
-¿No vamos a poner medios? -susurra ella.
-No -contesta él.
Y poco después se corre dentro de ella.
-Ahora tendremos otro niño - dice ella a continuación. Ella no tarda en dormirse y él entonces continua con la película, una secuencia en que todos los objetos de una mesa vibran cuando pasa el tren. Nueve meses más tarde nacerá un nuevo ser sobre el Planeta.

Estas casas que alquilamos últimamente son como prolongación de nuestra propia casa, dormitorio, cocina y un pequeño patio rodeado de plantas y flores. Es grato pasar la tarde leyendo, escribiendo o tomando un té en un tranquilo barrio de la ciudad.


Imagen 1. Día de elecciones.
2. Guerrero nuraga cantando la Internacional en porretas.
3. Parto de cabeza.
4, 5 y 6. El tiempo escultor. Las ánforas se convierten en lienzo donde el tiempo se entretiene en esculpir y pintar.