Auckland, New Zealand, 8 de marzo de 2016
Hay cosas del viaje que son tela marinera pero tan prosaica que da pereza narrarlas. Fue el caso hoy y ayer. A veces uno lee distraídamente las cosas y luego pasa lo que pasa. Me sucedió hace tiempo con Australia, un día que me dediqué a ver el tema de los visados de los países que íbamos a visitar. Entonces, cuando llegué, en la página del Ministerio de asuntos exteriores, a Australia me debí de pensar que siendo un país tan moderno con seguridad que no necesitaríamos visado. Con esa idea en la cabeza ya puede leer uno lo que sea que lo que va a sacar en conclusión es que los agentes australianos no iban a perder el tiempo en pedirnos semejante formalidad. Con esa idea en la cabeza hacía ya semanas que habíamos comprado un vuelo a la costa este de ese país y alquilado un coche para un mes. Todo preparadito para aterrizar y salir pitando hacia algún lugar interesante.
Total, que ayer, en vísperas de coger el vuelo, me voy a repasar el tema del visado y me encuentro con que sí se necesita visado que la única excepción es Nueva Zelanda, y debajo me encuentro una larguísima explicación de cómo obtenerlo. Siguieron dos horas de fatiga en Internet sin que llegáramos a obtener resultados. Nuestro saldo de datos voló con ello. A la mañana siguiente postergamos nuestras visitas y nos vamos temprano al consulado. Todos la mar de amables, pero no hay otra, el visado tarda treinta días. No sé si todos este rollo interesará a alguien, aburrido es dar cuenta de ello, pero probablemente sea útil para gente con ganas de viajar y con pocas ganas en meterse en complicaciones. Sonrisas de la persona que nos recibe, una amabilidad de la leche en el consulado, pero eso, no hay tu tía.
La secuencia de lo que pasa en nuestras cabezas a partir de ahora no deja de ser divertida. Tenemos que salir de este país rumbo a cualquier otro ya mismo y no tenemos ni idea hacia dónde. Las páginas de contratación de vuelos son una lotería cuando tienes prisa. Algunos destinos superan los mil euros; encontramos uno discretamente barato a Port Moresby, donde ya proyectamos ir, en Papúa, pero Victoria, que anda indagando simultáneamente en las páginas del Ministerio para ver qué dice, me para: puaaf, terrible, desaconsejado encarecidamente desde todos los puntos de vista, sanitario, político, inseguridad en las calles, de todo.
Sondeamos otros destinos, Manila, Singapur, de nuevo Balí, pero mientras tanto recordamos que todo el material de camping que compramos lo tenemos que abandonar apenas usado, quizás trescientos o cuatrocientos euros tirados por la ventana, y entonces, puestos a salvarlo, buscamos países en el mundo donde podamos utilizarlo y de pronto se me ocurre Estados Unidos donde la primavera está a punto de comenzar. Bajo una app de ese país donde aparecen todos los camping libres y los hay a montones, consulto los precios de los vuelo a Los Ángeles y no están nada mal, miro las temperaturas y son poco más o menos como en Nueva Zelanda. De golpe siento que me estoy empezando a cansar de esta parte del mundo y sus problemas, pero no estoy seguro.
Con esto en la cabeza buscamos en Google Maps una agencia de viajes porque los EDreams y Rumbo se pasan de listos con las comisiones y preguntamos precios de vuelos con Singapur y, cuando el empleado está buscando se me ocurre preguntarle que si sabe algo del asunto de los visados de Australia y va y nos contesta que sí, que lo puede obtener en cinco minutos!!! ???, que nos costaría treinta euros. Guaau. Salimos de la agencia con el visado y un segundo billete para volar después de un mes entre Australia y Bali. Desde allí ya veremos de nuevo hacia donde tiramos. También tenemos que anular dos días más de hotel que habíamos reservado para pensarnos con calma nuestra continuación del viaje.
Estábamos tan cansados que nos hemos regalado para esta noche una habitación para nosotros solos. En este país fuera de dormir en el campo los precios de los hoteles no son los propios de nuestro presupuesto. Si tuviéramos que vivir pagando hoteles de setenta euros para arriba nuestro viaje no habría pasado de un par de meses.
Mañana, ya más tranquilos, haremos nuestras visitas de rigor, algo de pintura, etnografía, cosas sobre los maoríes y después de comer tomaremos un vuelo entre Auckland y Wellington, pasaremos la noche en éste aeropuerto y antes del amanecer votaremos a Brisbane, en Australia. Pongamos una vela a la virgen para que no tengamos problemas con la gente de inmigración.