Broken Hills Campground, Península de Coromandel, Nueva Zelanda, 3 de marzo de 2016
Hoy nos tocaría viajar por la península de Coromandel a la búsqueda de eso que días atrás llamé la belleza, cosa por otra parte nada sencilla porque no se trata de ir preguntando en los kioskos de información que hay diseminados por el país para informar al turista y que suelen encauzar a éstos no precisamente por lugares de nuestra predilección. Una de las herramientas principales para este menester es la web de Wikiloc, que esconde multitud de tesoros en forma de tracks para el gps, y en menor grado la Lonely Planet aunque haya que filtrar bastante lo que dice. También los viajeros con los que nos encontramos aportan lo suyo. Lo cierto es que a veces hay que emplear horas en localizar parajes y caminos que sean compatibles con nuestros gustos. Parte de esta tarea de búsqueda la hicimos hoy en un parque de Whangamata, al principio de la península de Coromandel, al norte de NZ. No es fácil encontrar cobertura fuera de los núcleos urbanos, razón por la cual cuando salimos de selvas o de montañas nos vemos obligados a parar en algún lugar con cobertura para ponernos al día, la familia, los amigos, los posts, las portadas de los periódicos, el correo... todo un curro.
Entre otras cosas también nos llegan algunos whatsapp del grupo de Podemos que hoy me llaman especialmente la atención por el significado que puedan tener las bases, de las cuales los componentes de Serranillos forman parte, en esa compleja situación política en que nos vemos metidos estos días. Es el caso de algunas bajas en el grupo en un momento que a mí precisamente me está pareciendo de una importancia vital. No sé qué dimes ni diretes o acaso alguna cuestión de mayor importancia estarán entrando en juego, pero tengo que confesar que es algo que no me gusta. Cuando formamos el grupo allá por enero del pasado año parecía que todos teníamos muy claro que el objetivo de nuestra presencia allí era intentar cambiar el estado de cosas de nuestro país. Cuatro meses después, como consecuencia de nuestra acción, desbancamos al PP del pueblo, que llevaba gobernando el municipio muchos años, y pasamos a formar parte del equipo de gobierno del municipio. Meses después Podemos, un partido desconocido un año y medio atrás obtenía una gran representación en las autonómicas, y meses más tarde se constituía a nivel nacional en la tercera fuerza política a escasa distancia del PSOE. Y la situación en este momento la conoce todo el mundo. ¿Puede haber descontentos con estos resultados después de haber salido de la nada apenas un par de años atrás? ¿Quién hubiera podido pensar que de las miserias en las que nos había sumido la derecha podríamos levantar con esta fuerza y al margen del PSOE? Como si la historia se pudiera cambiar en un cuarto de hora. Alguien que hubiera permanecido incomunicado desde hace dos o tres años y regresara hoy jamás podría creer lo que hemos conseguido en este tiempo. Nadie. ¿Por qué entonces tantos dimes y diretes, tanto querer significar nuestros desacuerdos? Está por inventar un partido o institución capaz de contribuir al bien de todos que sean perfectos; los agoreros acechan, los fallos inevitables se producen, la derecha económica y política apunta con todo su arsenal bajo la línea de flotación de todo aquello que no sea santificar los poderes establecidos. Y en medio de todo esto ahí estamos, con nuestro pequeño y contestatario mundo personal enarbolando la disensión como bandera de afirmación personal. Quizás no debiera haber mencionado aquí al Círculo Podemos de Serranillos, que sólo me ha servido para introducir estas ideas de tantos que abandonan un trabajo comenzado cuando precisamente lo que Podemos necesita ahora es un gran apoyo por parte de todos los que queremos cambiar este país.
El mundo en que nos movemos los ciudadanos de a pie es realmente pequeño, somos granos de arena en un pequeño desierto llamado España, por eso que la única manera de hacernos grandes es sumando y sumando. Nunca milité en ningún partido político y sin embargo, después de décadas fue la ilusión que levantó en mí el nacimiento y ascenso de Podemos, sacándome de la desesperanza y escepticismo, lo que hizo que me sumara al tajo con otros compañeros, lo que hizo que volviera a la calle a gritar por los desahucios, la hepatitis B, la injusticia, la necesidad de cambio, y sobre todo para gritar que sí se podía.
Es de noche y además me encuentro en el otro extremo del mundo y quizás por ello tengo una visión confusa de la realidad de lo que sucede en mi país, pero creo que es lo contrario, que la distancia, depurada de, quítame a mi esas pajas,
hace ver las cosas con más claridad cuando las depuramos del exceso de "información". Que no siempre llueve para todos los gustos es una verdad tan de cajón que si quisiéramos poner a todos de acuerdo sería necesaria la creación de seis o siete mil millones de repúblicas independientes en todo el mundo.
También como resultado del rato de la mañana dedicado a ponernos al día surgió la idea de dirigirnos al norte donde habíamos descubierto un trozo de costa espectacular que era recorrido por un sendero que no nos llevaría más de dos horas hacer. Así que después de comer junto a la playa y casi ya atardeciendo, esa hora en que la luz es mucho más propicia para los gustos de mi cámara, a ella hay que tener la en cuenta y mucho cada vez que proyectamos una excursión, emprendimos el camino de los acantilados, un bello sendero que atravesaba, como siempre, la espesura de una selva, que subía unas lomas en donde se hacía honor a los soldados neozelandeses muertos en la primera guerra mundial en la batalla de Gallipoli, y que terminaba descendiendo al gran arco de piedra de la Catedral Cave. El mar rompía bronco, solemne y deliciosamente bonito con sus grandes olas azules. Los acantilados tenían un agradable color café con leche corto de café y el escenario fue perfecto para demorarse una hora junto a las olas en los últimos minutos de la tarde.