Los de Podemos que vayan en metro

Lago Poaka, Mount Cook National Park, Nueva Zelanda, 7 de febrero de 2016

No resisto la tentación de empezar un nuevo post con la anécdota que me he encontrado hoy en las redes sociales. Hace muchos años, esos tiempos en que uno está como quien estrena la vida, promovimos en el Barrio Lucero de Madrid una campaña de alfabetización dirigida a los gitanos que en aquellos tiempos vivían en un descampado que se conocía como Cerro La Mica, en lo que hoy son los terrenos adyacentes a la estación de cercanías Los Cármenes. No era una simple campaña de alfabetización donde se aprendía a leer y basta. Nuestros objetivos eran más amplios, por entonces estábamos muy asumidos de la pedagogía de Paulo Freire, que en su "Pedagogía del oprimido" desarrollaba un complejo sistema de concienciación que él había puesto en práctica en las favelas de Brasil a través precisamente de la alfabetización. Uno de los instrumentos que se utilizaban en la pedagogía del oprimido consistía en mostrar a los alumnos, casi siempre adultos, una serie de fotografías que por alguna razón ofrecían algún contraste entre ellas, lo que servía como desencadenante de una discusión de grupo. Después de la discusión, que en sí constituía el punto de arranque para el análisis de una realidad que se debatía a fondo, se extraía una palabra que pudiera sintetizar o dar título a la discusión. En una de las primeras reuniones la palabra desencadenante fue "chabola". Esa era la palabra que utilizaríamos los primeros días para iniciar la alfabetización.

No me extiendo más. Sólo dejar de manifiesto que la fase en donde se sometían al grupo las fotografías como método de análisis de la realidad y también de concienciación se me presentó esta tarde tan a pedir de boca echando una ojeada al Facebook que era necesario aprovechar la oportunidad para hablar un poco de política, o acaso sería mejor decir de ese vicio nacional de hablar mal de todo bicho viviente pensando que nosotros somos ejemplos de honestidad, modelos de vida y que los demás, sobre todo a aquellos que tratan de hacer algo por la comunidad son unos fulleros y unos aprovechados.

Pues bien, un amigo con quien cariñosamente disiento me ofrece hoy la oportunidad de acercarme a esa manera de analizar la realidad recurriendo a un par de entradas consecutivas. En la primera se pregunta por qué si los de Podemos dijeron que renunciaban a privilegios y prebendas un grupo de ellos ha aceptado la tarjeta que les otorgan para taxi (según mi amigo esto entraría en el concepto de privilegios y prebendas, vamos algo parecido al disfrute que hace Rita, la de Santa Rita de Valencia, acogiéndose a su condición de aforada). ¿No les gusta el metro? pregunta mi amigo. Nada que objetar, cada uno sabrá como se apaña para llegar a fin de mes sin dar demasiado la nota. En la segunda, inmediatamente después, aparece mi amigo subido en una moto con aspecto espacial que por la pinta debe costar una buena pasta. Nada más ver estas dos entradas me saltó a la vista el contraste, mientras mi amigo protestaba porque algunos de Podemos iban a utilizar el taxi en su trabajo echándoles en cara que acaso es que no les gustara el metro, él ni taxi ni metro, se las apañaba para montar una flamante moto. En resumen: un buen tema para discutir y analizar la realidad que se cuece por ahí, a ver qué sacamos en conclusión.

Me temo que si estos de Podemos (bastante ingenuos creo yo en cuanto a su sueldo se refiere) tienen que vivir con los sueldos máximos que propusieron, pagarse el avión a Bruselas o comer de fuera de casa porque estén lejos de su propia cocina no les va a dar ni para comer de bocadillo, y mucho menos para comprarse una moto como la de mi amigo. 

Iba a ser divertido tener gobernantes y ministros que ganaran menos que cualquier empleado de banca o barrendero. No tardaríamos en reírnos de ellos. Ya se sabe que don dinero manda en la mayoría de las mentes de este planeta. Tanto tienes tanto vales... Con gobernantes que ganaran menos que nosotros ya tendríamos suficiente como para sentirnos los reyes del mambo y despreciar a todo bicho viviente que ganara menos que nosotros. Sí, así funciona la mente de muchos ciudadanos.

Y para abundar más en este tipo de consideraciones que continuamente vemos en las redes sociales, resulta que unos centímetros más abajo de la imagen de la moto, mi amigo vuelve a darle cuerda al tema de Podemos, esta vez la víctima es la Bescansa (no hay temas acuciantes y graves de que hablar en nuestro país, por ello la Bescansa u su bebé siguen gastando tanta tinta en las redes y en los periódicos... Ja, ya se sabe, mientras el personal se entretenga en estas chorradas la señora Botín, el señor Ortega, el Ibex 35 y todos los corruptos del PP están a buen resguardo).  Y aqui un amigo de mi amigo entra al trapo con un comentario, el siguiente: La razón de porque haya ido la Bescansa a Congreso sin su bebé: "Será porque tiene más dinero que pesa y, por tanto, no tiene problemas a la hora de colocar a su nene". Como se ve, a juzgar por estas últimas palabras, cualquier estupidez que pueda pasar por el caletre de un ciudadano de a pie puede llegar al seno del ciberespacio y convertirse en verdad inapelable. Así reparte el personal sus fobias, sin que se les suban los colores a la cara.

Las redes sociales son, como se ve, un buenísimo instrumento para conocer la realidad humana en la que todos estamos inmersos. Es raro encontrar pedazos de racionalidad y comedimiento, ese poco de buena voluntad que necesita el cuerpo social para encontrar salida a sus problemas. A falta de mojarnos el culo contribuyendo a que en nuestra colmena las cosas puedan funcionar mejor y con un mayor grado de justicia preferimos eso, comportarnos como infantes de ocho o nueve años. No parece que la edad mental de quien hace un comentario semejante sobre la Bescansa supere esa edad, tenga o no el dinero que dice que tiene el amigo de mi amigo.

Qué lindo sería que todos empezaremos a hablar con un poco de responsabilidad. Ese río revuelto que tantos contribuyen a fomentar sólo puede favorecer a los de siempre.