Urumqi, Xinjiang, China, 21 de octubre de 2015
Pregunto a la hortelana, oye, ¿cuánto dinero tienes?, ella maneja la pasta, como tantas cosas, que las mujeres las matan callando, ya se sabe. El caso es que va y me dice: Trescientos yuanes, de lo que resulta que entre ayer y hoy nos hemos gastado más de cien euros. Imposible, pienso. Más allá discutimos si ese es el cajero en que sacamos hace dos días dinero. Ella dice que no, yo que sí. Entramos y probamos. No, no era ese el cajero. Mientras tanto ella discretamente ha echado mano a la faldriquera donde lleva la pasta, allá bajo los refajos mujeriles, y descubre nada menos que más de mil yenes, los que habían volado por medio su alzheimer. Ya somos dos los que estamos. Como se ve ambos andamos tan olvidadizos como despistados. Como nos descuidemos un día de estos no vamos a recordar ni nuestros nombres respectivos. Sin duda que algo chochos sí estamos.
Mal asunto para viajar por un país como China que requiere estar dotado de múltiples habilidades. Ya he contado ayer cómo echamos medio día para encontrar una dirección, el chino no es moco de pavo, que aunque el idioma sea un tanto divertido con sus casitas y animalitos en vez de las letras corrientes que debe utilizar un idioma como Dios manda, que diría mía madre, claro, a la hora de localizar un lugar o querer enterarte de algo es un verdadero lío. Voy a poner un ejemplo. Como en este país no vale decir ni hacer gestos para comunicarse, que en algún lugar leí que para decir sí mueven la cabeza de derecha a izquierda, una cuestión importante que debemos confirmar, no tienes más remedio que recurrir a sus dibujitos. Hace quince años estuvimos en China dos meses y no recuerdo yo que tuviéramos dificultades como las que afloran en estos días. Una razón más para pensar que si ahora tenemos más dificultades es porque nuestra chochez puede estar empezando a ser galopante. A lo que iba,
pongamos que lo que quieres localizar es un Internet café y a ellos la palabra Internet le suena, naturalmente, a chino, no queda más remedio que ir al grano y buscar la cosa en chino, que se escribe así de divertido 网际网路. Ayer preguntaba a una chica rusa por el asunto y ésta fue la respuesta, tenía que buscar por la calle un letrero con una casita con dos individuos con las manos en altura pidiendo socorro, seguido de señora embarazada y señor cojo caminando con muletas, casita con tíos pidiendo socorro y, finalmente... imposible, me rindo, yo prefiero irme a mi casa. Con lo fácil que se dicen las cosas en castellano...
De habilidades hablo, sí, porque además de esto tener que trajinar, rediez, con dos palillos para poder comer es todo un reto. Después de la poli, los escaners y no entender ni papa de lo que te quiere decir algún vecino de este país, llegas al restaurante y tienes que hacer todo un cursillo. Y yo todavía casi me apaño, pero lo que es la hortelana ni flores. ¿Oye, pero cómo coges estos palos?, me dice viendo cómo he sido capaz de atrapar milagrosamente un langostino entre las puntas de mis palillos. Y me río para mis adentros por la cantidad de concentración que he debido de emplear en ello, primero para colocar las puntas una frente a la otra, exactamente de frente porque si no el langostino, sometido a dos vectores de fuerzas no opuestas lo que hace es dar un paso de baile y caer de nuevo a la cazuela. Y vuelta a empezar. Y si lo que quieres es atrapar un poco de arroz apaga y vámonos, aglutinas con los palos un poquito de arroz, haces una especie de bolita, porque recoger grano a grano iba a demorar la cena hasta las Navidades, y cuando está y tiene cierta consistencia: ¡a por ella! Pero no y no, vaya macana, la bolita tan cuidadosamente formada hasta el último momento ha recibido una presión excesiva de los palos y se ha desmoronado cayendo al plato y me temo que como riéndose de uno. No, en estos casos, cuando uno está tan concentrado en tan ardua e importante tarea es conveniente no mirar alrededor porque puede suceder que uno se encuentre con varios comensales de los alrededores que estén aguantando las carcajadas ante nuestros vanos esfuerzos por dar satisfacción a nuestro apetito. Ahora eso sí, superado el cursillo para comer con palillos todas las puertas se te abren, puedes cenar, como nos sucedió anoche suculentamente los dos por treinta euros y comer al día siguiente bien por cinco euros; hay para elegir, siempre que seas capaz de entenderte con las camareras.
Lo de estar chocho va en serio y además va a tener mucho mérito porque no se recorre el mundo con la de lobos que hay sueltos y tanto policía escáner y jeroglíficos e idiomas como los que se usan por aquí. De momento la hortelana y yo estamos empatados en estas cosas, ya veremos cómo nos va en el futuro con esto de la chochez porque cuando soy yo el que olvida las cosas o mete la pata lo suelo llevar más o menos bien, pero cuando es ella a la que le sucede lo mismo a mí me pueden llevar los diablos. Y es que vamos ya para cinco meses que llevamos juntos sin separarnos más de un metro uno del otro y eso por mucho amor que haya por medio, el amor del que habla mi suegra, quiero decir, que es amor de los angelitos que vivieron siempre entre algodonosas nubes blancas; eso, por mucho amor que haya no deja de ser una proeza se mire por donde se mire, especialmente para un rarito como un servidor tan aficionado a la soledad.
Ejem... termino, ahora un poco más en serio. De todos modos, de entre todas las habilidades que uno necesita para viajar se me antoja que la mayor de ellas puede ser con toda seguridad la capacidad de comprender todo aquello que se presenta ante nuestros ojos, la vida de la gente, su libertad o no, sus modos de ver el mundo y entender la realidad que les rodea, amén de dar cabida a esa perplejidad que uno siente ante la presencia de un estado policial.
Imágenes
Las cuatro últimas imágenes pertenecen al Museo de la Región Autónoma de Xinjiang. Las tres momia, todas muy bien conservadas debido a las condiciones climáticas de la depresión de Turpan, tienen una antigüedad de 4000 años.